¿Por qué no estamos preocupados por la seguridad móvil?

A pesar de que todos sabemos que es necesario tener aplicaciones antivirus instaladas en nuestros ordenadores, pocos usuarios se toman en serio las advertencias de los expertos en seguridad informática,

A pesar de que todos sabemos que es necesario tener aplicaciones antivirus instaladas en nuestros ordenadores, pocos usuarios se toman en serio las advertencias de los expertos en seguridad informática, quienes nos han advertido sobre las amenazas que supone un ataque malicioso contra nuestro dispositivo móvil.

¿Cuál es el motivo? La razón de este comportamiento es bastante sencilla: no nos preocupa y, tampoco, tenemos razón para hacerlo.

Parte del problema reside en que los ataques de malware a dispositivos móviles, aún, no son algo habitual. Si los comparamos con el volumen de ataques contra ordenadores, sabemos que los primeros apenas suponen una gota de agua en un océano inmenso. Sin embargo, los datos nos revelan que el malware móvil está creciendo, especialmente en Android,  plataforma que tiene la mayor cuota de mercado y es el objetivo más popular para programas maliciosos como el troyano OpFake.

En términos generales, según Tyler Shields de la empresa de seguridad Veracode, los usuarios de smartphones empresariales no creen que el riesgo sea real, y si lo hacen, no lo consideran lo suficientemente peligroso.  Estos asumen que todas las aplicaciones descargadas desde tiendas oficiales son seguras y no entienden por qué deben ralentizar sus dispositivos al instalar un programa antimalware.

Además, las compañías no informan a los empleados sobre estas posibles amenazas. No les ofrecen incentivos económicos para que lo hagan y tampoco penalizan a aquellos usuarios que haciendo caso omiso a las advertencias, han sido víctimas de un ataque malicioso.  Asimismo, la mayoría de entidades no inculcan una cultura empresarial que explique las consecuencias de un ataque de malware y las medidas necesarias para evitarlo.

Tyler Shields afirma que la solución reside en que las empresas asuman el mando y deleguen los temas de seguridad al departamento IT. De este modo, los empleados reciben sus smartphones con los programas de seguridad ya instalados, todas las aplicaciones comprobadas y una lista de admitidos de las aplicaciones que sí se pueden descargar.

El mundo empresarial debe asumir su responsabilidad y asegurar que los smartphones que distribuyen permanecen protegidos.

 

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