Privacidad en Internet: el nuevo Barroco

A medida que el uso de las nuevas tecnologías se hace cada vez más generalizado, empezamos a reconsiderar nuestra visión de muchos aspectos.Alexander Erofeev, CMO de Kaspersky Lab, contempla la manera en la que Internet transforma nuestra forma de ver la privacidad.

Como todos sabemos, nuestras opiniones sobre qué pensar y qué exponer han ido cambiando con el paso del tiempo. Por ello, se utilizan métodos específicos para transmitir asuntos privados, con la intención de que solo los entiendan unos pocos o un solo individuo.

Tomemos como ejemplo la época del Barroco. Este fue un momento en que los significados ocultos, las insinuaciones y las alegorías eran elementos habituales de la propia conversación. Las obras de arte podían contener mensajes y señales ocultas que solo eran comprensibles para el destinatario del mensaje. Cuando esa persona desaparece, nadie puede descifrar el mensaje y descubrir su significado.Los mensajes digitales son indestructibles por naturaleza y se pueden publicar y duplicar al instante. Pero podemos transformar los mensajes de manera que solo sean comprensibles para determinadas personas en un determinado contexto. En una época en la que todo es público, esta podría ser una forma eficaz de preservar tu privacidad.

Todo el mundo puede ver tu selfie en el baño o tu mensaje privado en las redes sociales y pensar que tu vida está totalmente expuesta, transparente y pública. Sin embargo, nadie sabe realmente lo que sientes cuando estás publicando algo en la Red. Las emociones son lo que hace que tu personalidad sea única en la comunicación con otras personas.

Se observa una tendencia emergente de símbolos descifrados individualmente en nuestras conversaciones cibernéticas. Como ahora no podemos abandonar por completo la comunicación en la Red -aunque creo que la cifra de “luditas cibernéticos” es cada vez más alta-el grado de privacidad necesario será alcanzable mediante el uso de sistemas de comunicación relativamente aislados.

Tras su nacimiento y proliferación, este fenómeno cambiará nuestro lenguaje, nuestros medios de comunicación, la publicidad, el discurso político y social, y muchas otras cosas, incluyendo la estructura misma de nuestra sociedad.

¿Qué ha dejado de ser privado?

En la sociedad actual, hay tres esferas que se consideran privadas: las relaciones personales (incluyendo la vida amorosa), el dinero y todo lo que llamamos “libertad de conciencia”, además del compromiso político y las creencias religiosas. Sin embargo, estos aspectos de la privacidad están en continua evolución, aunque, a veces no lo percibamos.

La situación es crítica, estamos perdiendo nuestra privacidad como tal. Cualquiera que busque nuestro perfil de Instagram o de Facebook sabrá cómo vivimos, a quién votamos, a dónde vamos y qué hacemos, etc.

Sin embargo, la gente debería contar con los medios necesarios para gestionar su exposición. La sociedad es, por definición, donde la comunidad y el individuo se separan, y donde se puede distinguir perfectamente entre lo que es tuyo y lo que es de otra persona. Dicho esto, sin tener en cuenta la rapidez con la que evoluciona la tendencia al “fin de la privacidad”, la “nueva privacidad” emerge, por lo que se necesitan nuevas tecnologías para salvaguardarla. Seguramente, estas tecnologías estarán pronto disponibles en el mercado.

Aquí es hacia donde se dirige la industria de la seguridad de la información. En otras palabras, se crearán cerraduras y barreras digitales y para puertas virtuales y nuevos hogares digitales en los que vivirá la nueva sociedad. Estos nuevos “dispositivos” influirán en la transformación de los nuevos organismos sociales y los existentes.

Curiosamente, todos esos cambios se producen rápidamente, como una silenciosa revolución social. Y no podemos detenerlos, ya que suceden tan rápidamente que no somos capaces de darnos cuenta.

Nueva privacidad personal y de las relaciones: los manuscritos no arden

Johannes Brahms, un gran compositor, estaba enamorado de Clara Schumann, la mujer de otro gran compositor. Brahms le escribió cartas de amor, sin embargo, ella se mantuvo distante. Mientras Schumann estaba vivo, los dos siguieron mandándose cartas, pero cuando el marido de Clara falleció, ella decidió seguir siendo una fiel esposa y cortó los lazos con Brahms. Él destruyó todas las cartas de Clara, pero ella guardó todas las que él le había enviado. Gracias a ello, sabemos lo que Brahms sentía por Clara Schumann, aunque no sabemos lo que ésta sentía hacia él.

Esto nos lleva al hecho de que, ya en el siglo XIX, contaban con los medios técnicos para asegurar la privacidad de sus sentimientos. Sin embargo, en el mundo actual, la gente se corresponde de forma semipública o por medio de canales susceptibles a verse comprometidos. Cuando hablamos por Telegram, creemos que nuestra correspondencia es privada, segura y cifrada, pero la probabilidad de una fuga es bastante alta.

Así que, no hay forma de restaurar las cartas de Clara Schumann, algo que no podemos afirmar en el caso de nuestros correos electrónicos. La icónica frase de Mikhail Bulgakov, “Los manuscritos no arden”, que fue concebida mucho antes de la era digital, tenía un profundo significado metafórico, ya que, en realidad, sí arden, y con mucha facilidad, y muchos textos de valor incalculable se han perdido para siempre. Hoy en día, los “manuscritos” no arden: Google lo recuerda todo.

No es sorprendente, que la mayor parte de nuestras comunicaciones diarias hayan dejado de ser privadas. La tendencia más común es: cuanto más jóvenes, mayor es la probabilidad de que lleven sus conversaciones a una esfera pública.

Por ejemplo, dos personas hacen check-in en Swarm en el mismo lugar de forma simultánea, esto significa que… ¡ups! Antes, una situación como esta podría ser el perfecto inicio de una comedia clásica: dos personas que han sido vistas saliendo de la misma habitación juntas cuando no deberían haberles visto… En el mundo cibernético actual esto es algo muy común.

Algunas personas creen que son lo suficientemente inteligentes como para no ser vistos. Bueno, incluso si tienen éxito al ocultar algo a sus amigos, existe el Big Data. Creo que la llegada de los análisis de grandes volúmenes de datos de comportamiento a nivel de consumidor puede estar a la vuelta de la esquina.

Por ejemplo, imagínate que crees que tu pareja te está engañando. Una opción es contratar a un detective que averigüe la verdad tras semanas de investigación y mucho dinero. Sin embargo, otra opción es descargar una aplicación por unos 5 € y, con ella, escanear todas las redes sociales de tu pareja, sus check-ins, sus tuits, sus contactos, su actividad pública en la Red y, por último, crear un perfil para comparar los perfiles de los infieles reconocidos. Este análisis puede detectar algunas particularidades de su comportamiento online, lo que significaría que: tu pareja está viéndose con alguien.

Otro ejemplo: pongamos que a una persona no le importa lo que hagan en la Red ni los rastros que se dejen sus acciones en ella. Imagínate que, en el futuro, hay un programa (y sin duda lo habrá) que analiza el comportamiento online de los criminales, y esta persona en cuestión, ¡tiene un perfil que coincide accidentalmente! Esto le traería más de un problema.

Esta tendencia impulsará el desarrollo de muchos fenómenos interesantes. Uno de ellos es la creación de vidas ficticias online. Si el análisis de las actividades cibernéticas pudiera detectar patrones de comportamiento en línea, se produciría inevitablemente una reacción opuesta: la imitación de las actividades cibernéticas con el fin de coincidir con perfiles concretos (por ejemplo, vivir la vida online de un “marido fiel”). Ya que la policía empezaría a usar de forma masiva las analíticas online para la investigación, surgirían nuevos servicios de “coartadas digitales”, entre muchas otras posibilidades.

Además, muchas personas juegan con su privacidad: hacen públicas cosas que solían ser muy íntimas. Esta tendencia de terminar con la privacidad y la intimidad online está floreciendo: la gente publica “selfies colectivos” o “fotos en el baño”, los famosos comparten fotos en sus casas y muestran sus cuerpos “imperfectos” y sus “selfies sin maquillar” y “sin filtros” en sus cuentas de Instagram.

Ahora, tenemos Periscope, una plataforma en la se consumen 40 años de transmisiones en directo al día. Estos “juegos”, en los que cualquier información privada se puede hacer pública en un instante, seguirán proliferando. La gente descuidará de manera explícita su privacidad, ya que será imposible mantenerla.

Viviendo en una casa de cristal: todos saben cuáles son nuestros ingresos

¿Y qué hay de nuestra economía? Pues bien, la situación aquí es la misma. Es irónico, pero hoy en día tenemos menos medios para ocultar nuestro nivel adquisitivo (sobre todo por parte del gobierno) que hace un siglo. Por ejemplo, en los países nórdicos, el importe de las multas de tráfico se calcula en relación a los ingresos del individuo. Si superas los límites de velocidad, te detendrá la policía, hará una foto de tu matrícula y esperará recibir un mensaje de texto en el que se especificará el importe de la multa a pagar. Literalmente, cuanto más ganas, más pagas.

Los gobiernos intentan compilar bases de datos unificadas con todos los ingresos de los ciudadanos (y los gastos, preferiblemente) para poder cobrar los impuestos y las multas de una forma más eficiente. Además, la información sobre el poder adquisitivo de cada individuo se comparte cada vez más entre los países, por lo que, incluso completos rivales geopolíticos comparten la misma opinión.

Los ingresos de las empresas son cada vez más transparentes: por ejemplo, en el Reino Unido todas las empresas presentan sus informes financieros a la Cámara corporativa y estos informes son accesibles a todos por tan solo 1 libra. Pagando esta pequeña tasa de admisión, puedes averiguarlo todo sobre las operaciones financieras de una empresa, incluyendo los sueldos de los altos directivos.

En este deseo de acabar con la privacidad de la información, nos acercamos a un típico pueblo medieval: las casas son pequeñas, todos los miembros de familia duermen en la misma habitación, las puertas no se cierran con llave… las casas están muy cerca unas de otras, se ve todo, se oye todo y todo está expuesto. Se sabe cuánto dinero tiene cada uno, ya que todo el mundo se entera enseguida de las compras que haces.

Además, si eres un rico campesino y no contribuyes al bienestar común, podrían pasarte muchas cosas desagradables: una de tus vacas podría envenenarse o tu almacén podría incendiarse. En último lugar, te reunirían en una asamblea municipal y te preguntarían: “A ver, Juan, está claro que vives por encima de tus posibilidades, así que, dinos, ¿de dónde has sacado el dinero para comprarte otro caballo?”.

La sociedad te enseñará lo que es realmente la transparencia. Ha vuelto la comunidad cuya desaparición lamentaron los conservadores del siglo pasado. Por un lado, es una vida cómoda, se crean vínculos familiares y proporciona apoyo. Pero, en la otra cara de la moneda se encuentra la falta de privacidad.

Y, ¿qué viene después? Bueno, es probable que se construyan muros más altos entre las comunidades. Aunque entre ellos todo será transparente: todos sabemos lo ganan Juan, Carlos o Clara. Sin embargo, Guillermo, que está fuera de estos muros, nunca sabrá nada de nuestro pueblo. Por lo tanto, la próxima tendencia social serán las comunidades totalmente transparentes, aunque fuertemente protegidas de los intrusos.

La próxima gran tendencia, a mi parecer, será un extenso número de personas que quieren mantener su privacidad al pasar de una comunidad a una comunidad. Esos “nómadas digitales” se moverán de un lado a otro de Internet: de los ingresos en dinero real a los ingresos en criptomonedas, de un mensaje cifrado a otro, como si cruzaran nuevas fronteras y exploraran tierras vírgenes. Lo veo como la aparición de los llamados “ciberanarquistas”, un nuevo grupo social (o tal vez incluso una religión).

La asamblea municipal digital: ¿qué pasará con el sistema político?

Eugene Kaspersky cree que la única forma de preservar la democracia como el modelo político es mediante el despliegue masivo de la tecnología de voto digital. Es probable que las nuevas generaciones de ciudadanos no vayan a los colegios electorales. Para que se sientan más inclinados a votar, se necesita una nueva tecnología de autentificación segura, de lo contrario, la democracia caerá y será reemplazada por el nuevo totalitarismo. Muchas personas estarían excluidas de la vida política del país, por lo que sería mucho más sencillo usurpar el poder.

Debemos admitir que la sociedad está sufriendo un período de transformación y todos los intentos de preservar los arcaicos métodos de votación limitan las capacidades políticas de la gente y dan lugar a manipulaciones. Es hora de que pensemos en cómo funcionarían las instituciones políticas en un mundo cada vez más virtual.

Cada vez estamos más cerca de usar sistemas de identificación digital que nos permitirán vivir una vida online completa.

Fantaseemos un poco acerca de las características de la identificación digital o la contraseña perfecta. Tiene que estar conectada a tu personalidad y a tu cuerpo. No solo identificar al usuario por la retina, las huellas dactilares u otros parámetros biométricos, sino que debe ser capaz de definir si este está consciente, sobrio o si sus actos son independientes y se realizan por voluntad propia.

Sin embargo, esto significaría el fin del anonimato de tus ideas políticas. En este nuevo mundo, el proceso de voto sería muy similar al del voto tradicional de Appenzell Rodas, el cantón suizo más pequeño.

En esta pequeña área habitada por tan solo unas 15.000 personas, todas las cuestiones sociales se debaten en la Landsgemeinde (asamblea municipal). Todo parece muy medieval: todos los ciudadanos llevan su identificación y algún tipo de arma (ya sea una pistola, una ametralladora o un hacha) y se reúnen en una enorme pradera a ejercer sus derechos políticos estableciendo de forma clara y pública su postura. Aquí no hay nada de privacidad: todo el mundo conoce las opiniones de los demás y su elección de voto.

Un nuevo mundo: qué viene después

Estamos a punto de presenciar cambios realmente revolucionarios en las tecnologías de la comunicación y la información que cambiarán nuestra opinión sobre lo público y lo privado, las instituciones políticas e incluso nuestros valores y preferencias personales. Es muy importante estar preparados, tanto en cuestiones tecnológicas como éticas, y seguir siendo tan humanos como sea posible en nuestro nuevo mundo digital.

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